El anillo de pedida


Esta semana se ha producido una nueva demostración de lo amorosos y fieles que son los sentimientos de los príncipes de la casa de Windsor.

Así lo prueba el anuncio del compromiso real del príncipe Guillermo con su novia del instituto, Kate Middleton, a quien conoció en 2001.


Guillermo ha entregado a su prometida el anillo de pedida de su madre: un safiro azul de 18 quilates y talla ovalada rodeado de 14 pequeños diamantes, regalo que su padre, el príncipe Gales, dio a Diana en Febrero de 1981. 

Fue la misma Diana quien eligió la pieza entre una selección propuesta por los joyeros Garrard, que estaba valorado en 28.000 libras de la época (unos 284.000€ actuales). 
Lo que más sorprendió tanto a la familia real como al público en general fue que la joya no había sido diseñada especialmente para Diana sino que se trataba de una pieza del catálogo de la joyería, y por tanto, al alcance de cualquier persona.


Pero hay otros amores y más joyas.

Cuando el príncipe de Gales expresó su amor por Camilla Parker en 2005, una relación que resistió décadas, le entregó un diamante valorado en 1 millón de libras. 


El anillo de pedida de Camilla es una pieza Art Decó que perteneció a la Reina Madre. 
La reliquia es de platino, tiene un diamante central de talla esmeralda y le rodean tres diamantes de talla baguette a los lados. 
Las alianzas de boda las diseñó el joyero londinense Wartski, que cuenta con la confianza real del Príncipe Carlos. 


Y finalmente, el Duque de Windsor en el día de su boda con Wallis Simpson en el Castillo de Conde (Francia), en 1937. 

El rey Eduardo VIII abdicó del trono por amor sólo 11 meses después de su ascensión para casarse con la americana, que estaba 2 veces divorciada, y se convirtió en la duquesa de Windsor.



El anillo de pedida fue una imponente esmeralda rectangular de 19.77 quilates engarzada en platino, que simboliza la esperanza y protege el matrimonio.
Lleva grabada un mensaje de Edward a su amada “Ahora nos pertenecemos 27 x 36” (27 de octubre de 1936). Fue creada por Cartier, joyero habitual de la pareja.


Es sorprendente el parecido que esta joya tiene con el diseño elegido por la malograda Diana de Gales.